De música, reggaetón y gatas

0 comentarios

"Amarrate el pelo, gatea, satea
trepateme encima, haz lo que sea
ponteme agresiva, pa' que vea
pa' que pierda el control
aunque no lo crea"

No, no estamos hablando de un pequeño diálogo a una señorita en plena noche de sexo ni mucho menos de arte musical (como muchas personas lo catalogan).

El Reggaetón se ha vuelto un "género musical" que ha causado polémica entre la sociedad, sus letras en las que envuelve a las damas como "gatas, perras, zorras" son un claro ejemplo de falta de respeto, aunque no faltan las féminas que gustan de agresión verbal (no sé, tal vez sean "cholitas" que sienten placer al decirles "gata" o simplemente les gusta apoyar sus nalgas en un hombre jarioso).

Sin duda alguna, al escuchar el constante ritmo en todas las canciones hace notar la falta de creatividad en dicha música, las canciones no son más que improvisaciones que bien cualquier persona podría escribir en un momento de ocio (y claro, sería una excelente letra si se está pensando en sexo).


Quizá la canción que toda sociedad conoce de éste género es Gasolina de Daddy Yankee, esa que dice:

"A ella le gusta la gasolina
(dame más gasolina)
como le encanta la gasolina
(dame más gasolina)"

Uff, no mames... ¡Qué creatividad!


Pero bueno, habrá gente a la que le guste, gente que no puede soportar el tun, tun tun tun, tun, tun tun tun del retumbe de su ritmo.


Pero qué decir de la forma en que se baila; el hombre, al escuchar tal ritmo, de inmediato busca una dama que se sienta identificada con las letras.

Y qué decir de los intérpretes con sus aretes, ceja depilada dejándola demasiado fina, corte de pelo demasiado marcado a la frente, extravagantes joyas (su blin blin, por supuesto), sus gorras de equipos de beisbol estadounidenses y algunos con sus gafas oscuras (aunque estén en el lugar más oscuro).


Tristemente, hay jóvenes que imitan a sus ídolos reggaetoneros...


Vayamos al grano, confieso que es buen ritmo para bailar, pero para escuchar de verdad no vale madre (¿O te gustaría traer en tus audifonos alguien que esté diciéndote "Menéate perra"?), no lo creo...

Claro, no estoy generalizando, en realidad hay unas buenas letras que no contienen absolutamente una parte de sexo, pero en su mayoría lo es así.

Soy artista, imitame!

Pero bueno, los dejo con la canción que indiqué al principio...





Soy mexicano.

0 comentarios

Al sonar la alarma del celular desperté aturdido por el sonido y presionando el botón para detenerla me fijé en que era la hora de levantarse, e hice un berrinche como niño de 6 años para mi interior; “no manches, qué flojera…”.


5 minutos después me encontraba en la ducha cantando cada canción que se reproducía en mi celular que yacía sobre la taza de baño (debo de aceptar que no canto muy bien que digamos, pero ¡ah! como le echo ganas). Mientras salía del cuarto de baño y con la toalla colgando de mi cintura empecé a planchar la ropa que me iba a poner, por un momento pensé en usar un atuendo algo especial y que fuera de acuerdo a la fecha pero algo simplemente no me motivó.
Una vez fuera de la casa, rumbo al trabajo, pensé sobre los lugares que podría visitar ese día en la noche para dar el grito. –“¿La feria?, habrá muchísima gente, ¿Plaza de armas?, demasiado peligroso…” En fin, decidí la opción de salir sólo si un amigo me invitaba a alguna fiesta, o a algún tipo de reunión en una casa.Llegando al trabajo después de caminar unas cuantas cuadras empecé la rutina que hago a diario: abrir, quitar la alarma, prender las luces y las máquinas, contar el dinero de la caja, etc.

Pero por alguna razón mi mente seguía pensando en los planes para la noche, cómo algo tan simple me podía tener tan preocupado, pero la verdad es que no era algo “simple”, se trataba nada más ni nada menos que del Bicentenario de la Independencia de México, no era una noche cualquiera. Tenía que salir, dar el grito y divertirme con mis amigos “muy a nuestro modo”, no por nada me dejé crecer estas dos semanas el bigote para lucir como un verdadero mexicano.
Comencé a reflexionar sobre la celebración de este día, lo que me tenía preocupado eran las decenas de comentarios y los debates que surgían acerca de si podemos celebrar o no el grito de nuestra independencia. Una parte de mí (mi lado patriota) optaba por salir y disfrutar de los cohetes que se ven cada año en el cielo, responder a nuestro Presidente Municipal con un grito de “¡Viva!” cada vez que él nombrara a los diferentes personajes de hace 200 años, pero mi lado objetivo y realista me impedía disfrutar al 100% cada hora de la noche de hoy.

Al mismo tiempo no podía dejar de sentirme un poco decepcionado gracias al momento crítico que está viviendo mi México y algo inquietó al ver a las personas allegadas a mí sumamente desconcertadas y preocupadas por lo que pueda pasar esta noche.
En fin, a las 5:00 p.m. cruzaré la puerta de mi trabajo, tomando como rumbo mi casa, y sólo queda esperar a que se den las 8:00 p.m. para decidir el lugar donde pasaré el grito. Pase lo que pase, soy mexicano.

¡Odiosas mujeres!...

0 comentarios


Quiero empezar aclarando que hablo por todos los hombres que pasan más o menos por la etapa más dramática del ser humano, la “adolescencia”…

Y es que, son tan increíbles las cosas que nos pueden llegar a pasar a esta edad, problemas amorosos, “la edad de la punzada”, soñamos con dominar el mundo pero empezamos a darnos cuenta de la cruda realidad, y de que no todo es color de miel como las espectaculares historias que nos contaban nuestros padres antes de ir a la cama cuando éramos niños.

Algunas veces hemos escuchado dichos como: “¿Quién entiende a las mujeres?” ó “¡Todos los hombres son iguales!”, para la primera no tengo justificación o excusa alguna, pienso que es algo que sólo algún ser divino o alguien con una fuerza sobrenatural podría entender. Y para la segunda quiero nombrarme como el “portavoz oficial de los hombres”, “¡Todos los hombres son iguales!…” o sea que qué, ¿Ya anduviste con todos?... entonces puedo decir abiertamente en que eres una chica fácil. Pienso que, la mayoría de las mujeres, si no es que TODAS, son muy superficiales en toda la expresión de la palabra.

Si no están de acuerdo con eso, quiero que hagan memoria y mencionen al menos una chica (su amiga, su novia, alguna conocida) que no se ponga loca con Taylor Lautner ó Robert Pattinson.

Claro, esos tremendos músculos, sus tiernos ojos y su linda boquita, quién no se enamoraría de él.

O Robert Pattinson, el apuesto hombre que se maquilla más que Tortillín, el payaso.

La verdad es que, tendría que manejar mi Ibiza 2008 para que así las chicas puedan voltear a verme, ya que si salgo en la bici de mi papá, tendría que salir desnudo para poder llamar la atención.

Pero bueno, bueno… pasé meses buscando el por qué vivía complicándome la vida tratando de gustarle a una sola chica. Hasta que al fin sé que sin ellas no seríamos ni la mitad de lo que somos ahora, así que cuando tengan la oportunidad de decir algún “Te quiero”, ¡Venga!, lo más fuerte que pasará es tener una mejilla roja, gracias a una tremenda cachetada.

Soldado Juan

0 comentarios

Era un día de febrero, el primer sábado del mes para ser exactos.

Tenía un gran ánimo de despertarme a las 6:30 a.m. para ir al Campo Militar (Ajá!) y estaba muy agradecido por la suerte en demasía que me cargo.

Total, ya despierto y con una flojera inmensa, porté por primera vez mi uniforme con las letras chingonas de "SMN" (¡Uy si!, soy del Servicio Militar Nacional), debo admitir que en el trayecto a mi destino, se hacía notar en mí un desánimo y, por supuesto, un nerviosismo constante que acarreaba desde que me enteré que me tocaría ir a marchar, pues no conocía a otra persona que hubiera estado en dicho servicio.

Me había puesto a investigar desde antes que era lo que los soldados ponían a hacer a sus "chachos", porque de verdad, el Servicio Militar no es necesario en un país como el nuestro ya que no está en guerra, y según páginas de internet, leía que nos ponían "mamados" de tanto ejercicio que nos ponían a hacer, otros simplemente decían que era una pérdida de tiempo, (lo primero lo desmentí, lo segundo es completamente verídico).

Ya estando en el "batallón de infantería" no me quedó de otra que bajar del carro de mi papá (que hice que también se levantara temprano para que me llevara) y entrar a lo desconocido. Un soldado cabo, en la entrada, al ver bajar a todos los demás desafortunados, nos gritó con su acento sureño: "¡Córranle puercos!", "¡Qué humor!" <pensé>, pues no quedaba de otra, a correr y comenzar la tortura.

En el interior del Campo, noté que no era el único con cara de "pinche hueva", de hecho, la mayoría hacía notar que el día anterior habían disfrutado el comienzo del fin de semana, traían una cruda muy buena, total, en nuestra ciudad lo más importante es irse a "pistear" los viernes (Ja ja).

"Paso veloz!" <gritó el soldado al estar todos mis compañeros y yo ordenados>, no sabíamos qué chingados era eso, así que corrimos como pendejos hasta la explanada siguiendo el paso del cabo.

Ya en la explanada, con el frío característico de Febrero, nos ordenaron para realizar el primer acto cívico de nuestro Servicio Militar, oh si, todo es Patria y felicidad, pero un capitán en ipso facto grita: "Todos quítense el suéter o chamarra", "chingue su madre" <pensé>, ya que él traía debajo de su atuendo de militar un gran suéter y nosotros, ya con el pezón parado por el pinche frillazo.

Después de 25 minutos que duró el acto cívico nos ordenaron pasar por nuestras prendas, pero no sin antes indicarnos que así sería cada sábado, aunque estuviera nevando (que casi nunca sucede en nuestra ciudad) deberíamos estar solo con la playera, nos ordenaron para ir al comedor (que grata noticia, ¡ibamos a desayunar gratis!).

Ordenados, en una sola fila, comenzaron a entrar mis compañeros al comedor, ("¿Qué nos darán de comer?") se preguntaban todos entre sí.

Entré después de 15 minutos parado en la fila, y la primera impresión que tuve fue: "Dios mío, aquí si nos reciben muy bien" ya que el comedor aparenta ser de gala, como una vil quinceañera en salón de fiestas, pero como todo lo bueno tiene su lado negativo, llegué a donde sirven la comida, y para mi sorpresa, nos sevían la comida en charolas como unos reos en la cárcel, nos sirvió el señor (que por cierto estaba todo manchado de comida en su ropa), y caminé rumbo a la mesa.

Ya me iba a sentar de inmediato, pues el hambre que traía era inmensa, pero vi a todos los compañeros de mesa parados a mi alrededor, "¿Qué chingados pasa?" <pensé>, a mi espalda estaba otro soldado que con el mismo acento sureño característico de ellos nos dijo: "No pueden sentarse, hasta que se llene la mesa", oh, ahora entendía todo.

Ya sentado, y dispuesto a devorar el platillo en mi charola, le dí un sorbo a la bebida que tenía enfrente, nunca antes había probado algo así, por supuesto, sabía espantoso...
Era como mezcla entre café (que por cierto no me gusta), canela, miel y pipí, degusté el platillo y también tenía un sabor feo, así que me tuve que aguantar y tragarme tan deliciosa asquerosidad.

Después del almuerzo, duré otras 3 horas bajo el sol esperando a que nos integraran en alguna "compañía", y no marché ni realicé ejercicio, "¡Qué bonito Servicio Militar!".

Luego de estar cerca de 5 horas dentro del batallón de infantería, nos dio un pequeño discurso el cápitan, indicándonos que todo lo sucedido era sólo por ser el primer sábado,
"¿O sea que ya comeremos rico?" <pensé>, pero él se refería a que no iban a ser los próximos sábados igual, sin ejercicio y sin marchar.

Ya casi acabo con eso, me quedan aún 10 sábados de marchar, de comidas feas y de lagartijas por castigos, al fin y al cabo, nos otorga diversas enseñanzas, y la más significante es: "El Servicio Militar me roba los viernes de diversión..."